Ayer recibí
una carta que me enviara un colaborador y
amigo, quien reside en la Carolina del Norte.
Me dice: “Querido amigo: Cuán malo y cuán
difícil es envejecer. Yo aun recuerdo
aquéllos días cuando las nevadas me parecían
bellísimas y cuando el tiempo de tormentas
no me atemorizaba. Hoy, me da miedo tan solo
el pensar, que yo pudiera sufrir una caída
si resbalo; y aun, me preocupa más el hecho
de que no puedo casi recordarme de las cosas
sin inusitado esfuerzo.
Desde la semana pasada cargo en mis
bolsillos papelitos de notas para recordar
los nombres de personas a quien me
presentaran el día antes.
“Cuando me miro en los espejos, mis arrugas
me atemorizan. Oír se me está volviendo más
duro cada día que pasa, y estoy muy
olvidadizo... por ejemplo, ayer llegué tarde
a mi trabajo, porque no podía encontrar la
llave de mi carro, la cual había dejado
colgada con el llavero en la puerta de la
casa.
Frecuentemente traspongo los dígitos de
números de teléfono con la consternación
consecuente... y me canso, me canso muy
fácilmente. Y duermo, duermo mucho.
“La comida no la apetezco, pero el peso lo
gano fácilmente, resultándome difícil el
perderlo de nuevo.
“Mi esposa y yo hace muchos meses que no
hemos compartido el lecho nupcial. Yo he
inventado un dolor de espalda ficticio para
dormir en otra cama y en otra habitación ---
¡Qué cosa más terrible es envejecer!”
Yo me puse a cavilar con el contenido de
esta carta tan extraña. Ray, mi amigo, sólo
tiene 66 años siendo más joven que yo. Y, yo...
yo no me siento mal...
No es una depresión en este caso, es una
crisis existencial, de las que hemos hablado
en otras ponencias ya publicadas.
Hablemos entonces, del envejecer y de la
vejez
Solamente en tiempos recientes a la vejez se
la ha considerado anatema ---a pesar de que
la juventud se ha codiciado como el oro, a
través de toda nuestra historia.
Ponce de León fue guiado por la ambición de
encontrar la Fuente de la Eterna Juventud,
con las aguas de la cual él trataría de
prolongar las vidas jóvenes de quienes las
bebiesen.
Narciso, el héroe mitológico, de sí mismo
enamorado, encontró su muerte cuando no
podía dejar de admirar su reflexión en las
aguas de un estanque. (Véase mi ponencia: El
Narcisismo).
Dorian Gray hizo un pacto satánico que le
permitió permanecer como hombre muy joven
mientras que su retrato, escondido en las
penumbras de un ático, envejecía y exhibía
los estigmas de su malevolencia. (Véase mi
ponencia: El Retrato de Dorian Gray).
Uno de los seres mitológicos más
desafortunados, fue quien a los dioses
pidiera que le garantizaran el deseo de
nunca morir, sin haber perdido que se le
garantizara simultáneamente el de nunca
envejecer... así que vivía y vivía y
envejecía y envejecía.
En nuestra situación actual. Con los avances
médicos logrados, con la eliminación y
control de algunas enfermedades y con el
tratamiento efectivo de tantas otras; el
resultado ha sido que, en muchos países, la
vejez se prolonga, a veces de modo inútil y
penoso.
Mi amigo Ray se queja en sus cartas
frecuentes, de que su vida terminó después
de los 40 años. Ya que fuera durante la
década entre los 30 y los 40 años cuando
logró sus metas más ambiciosas, y fue
también durante ese período donde el
experimentara las mayores satisfacciones
profesionales y personales. Se lamentaba:
“Esa fue mi época de oro “.
¿Cómo, me pregunto, puede envejecerse con
dignidad y sin achaques dentro de una
cultura donde la vejez se mira con
menosprecio?
Antes (y de ello ha ya mucho tiempo), al
anciano se le consideraba depositario de los
arcanos y de la sabiduría colectiva. Ellos
poseían el don de la experiencia habiendo
pasado, por, y habiéndolo visto todo. Ellos
eran venerables y venerados.
Ahora, los ancianos que no son capaces de su
propio soporte económico, o estorban o se
consideran carga pesada por las generaciones
más jóvenes.
En otra manifestación de independencia
subvertida que comienza a ocurrir con más y
más frecuencia en los Estados Unidos, los
hijos retornan, con sus propias familias al
hogar paterno, y aduciendo que la visita
será temporaria, se quedan permanente con
los padres proporcionándoles agravaciones y
problemas innecesarios; a, veces, aun
exigiendo que ellos (los padres) renuncien a
su propia estabilidad y bienestar para
cedérselos a ellos. (Véase mi ponencia:
Cuando los hijos retornan al hogar).
El abuso hacia los cónyuges y hacia los
niños indefensos, ahora se añade al abuso
hacia los ancianos, representando otra
variedad de la “violencia “doméstica.
La industria que se dedica al negocio de
vender quimeras, ha encontrado un mercado de
oportunidad en los productos que pretenden
rejuvenecer, o retardar el envejecimiento
inexorable, o que prometen prolongarnos las
vidas. Ellos nos abandonan y nos engañan
dejándonos con un saldo monumental de
esperanzas truncadas.
Lo que sí es cierto es el hecho de que la
vejez no es un impedimento mayor.
Con la vejez no se esfuman las actividades
del tálamo conyugal, ni desaparecen los
talentos de la creatividad. Muchas de las
personas más destacadas en las artes y en
las ciencias lograron algunos de sus mayores
triunfos luego de haber celebrado sus
setentas, ochenta y, aun años más.
Gracias a una vida basada en la moderación;
el ser humano puede gozar de una existencia
saludable y productiva durante el ocaso de
la vida.
La dieta moderada y balanceada; con un
mínimo de azúcares simples y con abundancia
de carbohidratos complejos, de proteínas
esenciales, de frutas y de vegetales.
El ejercicio físico regular y metódico.
El envolvimiento en tareas de aspecto
intelectuales, para mejorar la memoria y la
concentración.
La participación en actividades como
voluntario en áreas de nuestra pericia.
Dedicar tiempo al aprendizaje de un oficio,
de un arte, o de un idioma. Actuar en el
teatro, participar como coach o como árbitro
en una liga infantil. Tomar parte en las
deliberaciones de grupos más jóvenes que
quieren ayuda con los dilemas del proceso de
la maduración emocional. Todo ello
contribuye al enriquecimiento del espíritu
del anciano quien rehúse la obsolescencia
prematura.
Es que es un arte ése el de añadirle vida a
los años en vez de simplemente añadirles
años a la vida.
El secreto de la longevidad
Dr. Félix E. F. Larocca
¿Por qué nos interesa tanto llegar a ser
centenarios? Nos interesa porque es parte de
nuestra constitución animal vivir vidas
largas y vivir vidas útiles y saludables.
Un peculiar y creativo experimento
científico, realizado durante 15 años en 678
religiosas estadounidenses, para determinar
quiénes padecen Alzheimer y por qué, reveló
que expresar emociones positivas alarga la
vida y aleja las probabilidades de sufrir la
penosa enfermedad.
Una ruta en espiral asciende hacia Good
Counsel Hill, donde el Convento de las
Hermanas del Colegio de Notre Dame es
también sede de un extraordinario
experimento científico. Durante 15 años, un
grupo de monjas católicas permitió que
analizaran sus genes y midieran su
equilibrio y fuerza. Las hermanas pasaron
pruebas que registraban cuántas palabras
podían recordar minutos después de haberlas
leído, cuántos animales podían nombrar en 60
segundos, y si podían contar monedas
correctamente.
Los ensayos autobiográficos que escribieron
cuando tenían 20 años han sido investigados,
y sus palabras analizadas en busca de
significados. Y a medida que morían, sus
cerebros fueron removidos y enviados en
tubos de plástico a un laboratorio donde
están almacenados.
Este experimento, llamado Estudio de las
Monjas, es considerado por los especialistas
como uno de los esfuerzos más creativos para
conocer quiénes padecen de Alzheimer y por
qué. Y ahora, un nuevo informe está
ofreciendo información acerca de un asunto
distinto: si un temperamento positivo en la
juventud puede ayudar a las personas a vivir
más.
Al estudiar a 678 monjas -en este convento y
en otros seis de la misma orden, en
Connecticut, Maryland, Texas, Wisconsin,
Missouri e Illinois- el especialista David
A. Snowdon, un epidemiólogo de la
Universidad de Kentucky, y sus colegas han
arribado a indicios asombrosos y teorías
provocativas a lo largo de los años.
Sus estudios mostraron que el ácido fólico
puede ayudar a alejar la enfermedad de
Alzheimer; que ataques cerebrales pequeños,
apenas perceptibles, pueden desencadenar
demencia, y, en un hallazgo particularmente
asombroso, que la habilidad lingüística
temprana puede estar relacionada con un
menor riesgo de Alzheimer, porque las monjas
que concentraban más ideas en las oraciones
de sus autobiografías tuvieron menos riesgo
de sufrir Alzheimer seis décadas después.
El nuevo informe, publicado recientemente en
el Journal of Personality and Social
Psycology, afirma que las monjas que
expresaron más emociones positivas en sus
autobiografías vivieron significativamente
más -en algunos casos, diez años más- que
aquellas que expresaron menos emociones
positivas.
Las monjas son ideales para un estudio
científico porque sus vidas estables,
relativamente similares, excluyen ciertos
factores que pueden contribuir a la
enfermedad. No fuman, casi no beben y no
experimentan los cambios físicos
relacionados con el embarazo. Lo que es
sorprendente es que esto último, por obvias
razones, se considere un factor negativo.
El Estudio de las Monjas (Nun's Study)
también se considera importante porque tiene
información de diversos momentos de las
vidas de sus sujetos, incluyendo la época en
que eran muy jóvenes para padecer Alzheimer
o cualquier otra enfermedad relacionada con
la edad.
Todo esto le ha dado a Snowdon, autor de un
nuevo libro sobre el estudio titulado
Envejeciendo con Gracia (Bantam), una rara
ventana a través de la cual examinar por qué
algunas religiosas se mantienen bien y otras
se deterioran tanto que pierden el lenguaje,
la movilidad y gran parte de su memoria. Las
diferencias aparecen, incluso, entre las que
están relacionadas biológicamente.
Los últimos hallazgos publicados del Estudio
de las Monjas también
ofrecen ideas provocativas acerca de cómo un
estado emocional
positivo en las etapas tempranas de la vida
puede contribuir a vivir
más. Y plantean interrogantes como: ¿qué hay
detrás de las emociones
positivas?
En total, según Snowdon, las monjas viven
significativamente más
que otras mujeres. De las 678 que tomaron
parte en el estudio, 295
están vivas y tienen 85 años o más. Sólo en
el convento de Mankato hubo
siete centenarias, todas libres de demencia.
Una de ellas es la hermana Esther Boor, que
a los 106 se apresura a
través del laberinto de salones con un
bastón azul. "A veces me siento
como si tuviera 150, pero me hice a la idea
de que no iba a rendirme",
dijo Esther, que le da a sus fisioterapeutas
frases de los libros que lee.
"No pienses en el mal, no hagas el mal, no
escuches el mal -escribió
hace poco-, y nunca escribirás un
best-seller".
El ensayo autobiográfico de Esther, escrito
hace 80 años, es
igualmente optimista. En él habla
afablemente de su familia y de su
decisión de hacerse monja.
A pesar de que no puede probarlo, Snowdon
sostiene que la espiritualidad de las monjas
y su trabajo en comunidad también las ayudan
a vivir. "El amor a otra gente, el cuidado,
ser buenos con otras personas, eso es algo
que todos podemos hacer", afirma.
No existe razón por qué la misma experiencia
no sea posible para quienes son tan leales a
su cónyuge como las monjas son a Cristo;
devotas de su trabajo, cuidadosos con sus
hijos, leen, son activas, oyen música y
mantienen sus células encefálicas procesando
nueva información.
Ahora, para finalizar esta ponencia,
seguiremos hablando del envejecimiento como
fenómeno natural.
La verdad acerca del envejecimiento normal
Dr. Félix E. F. Larocca
El proceso de envejecimiento es inherente a
la condición humana, por lo que es
importante asumirlo con naturalidad. No
podemos evitar que cada día que pase seamos
más viejos que el anterior, pero el miedo,
la tristeza o la apatía que para tantos
marca esa etapa de la vida no tienen que
estar presentes.
En días lejanos, envejecimiento significaba
achaques, dolores, problemas, dependencia,
soledad..., pero ya no tiene que ser así y
no tiene por qué ser así. El mejor punto de
partida para cambiar esta visión se
encuentra en una pregunta: ¿cómo queremos
vivir la vejez? Porque conozco tantas
personas jóvenes excepcionales, a una edad
muy temprana, mujeres de diecinueve años se
preparan a aceptar que van a envejecer con
entereza. Ahí radica uno de los valores que,
de la psicoterapia deriva. No mentirnos a
nosotros mismos pretendiendo que la marcha
irreprimible de la vida se retrasa con las
cirugías plásticas o con las liposucciones.
La vejez es un proceso dinámico, positivo y
deseable que nos afecta a todos.
Hay muchas formas de envejecer. Se puede
envejecer de forma acelerada, de forma
resistente o de forma negativa.
Se envejece de forma acelerada cuando las
dependencias en ser delgadas, “primeras
damas” de algún contubernio económico lo
facilitan y se depende en las apariencias de
ser joven, para sentirse joven.
Se envejece de forma resistente cuando se
objeta a la realidad de la vejez y se
convierte uno en un quirófano ambulatorio
cosmético, tratando de no envejecer “por
fuera”. Mientras que los años los consume, a
uno, por dentro.
Se envejece de forma negativa, cuando uno
resiste la verdad, que el organismo posee un
sistema llamado la apoptosis.
¿Apoptosis? ¿De qué se habla cuando se
introducen términos foráneos y desconocidos?
Apoptosis deriva del griego. Indica entre
otros fenómenos, el preciso instante en que
el hipotálamo envía su mensaje final a
nuestro cuerpo: “Llegó la hora de morir”.
Algo que todos tememos en cierta medida,
aunque algunos lo temamos menos, por haber
vivido bien. Dicen algunos que la mejor
venganza es vivir bien.
Las teorías más aceptadas sobre la biología
del envejecimiento son las siguientes:
Teoría endocrina. El envejecimiento se
produce por una pérdida de las secreciones
hormonales, en especial de las glándulas
curiosouales, que produciría el decaimiento
orgánico que acarrea el envejecimiento. El
originador de esta teoría fue el famoso
médico Brown-Séquard, basada en su auto
inyección de macerados de testículo, y
Voronoff, conocido por los implantes de
testículo de gorila.
Teoría del reloj biológico. Según esta
teoría, el proceso de envejecimiento está
genéticamente programado. Dicho de otro
modo, existiría el llamado gen del
envejecimiento que, en un momento
determinado, provocaría la aparición de los
cambios moleculares, celulares y de sistemas
que se observan con el envejecimiento. De
esa hablamos en párrafos anteriores.
Teoría de los radicales libres. Esta teoría,
que hace poco tiempo gozara de indebida
popularidad, se basa en un fenómeno común
que se produce en las células vivas de los
organismos aeróbicos (aquellos que necesitan
del oxígeno para vivir), el de los procesos
o reacciones químicas de oxidación-reducción.
Estas reacciones químicas, presentes en la
mayoría de las vías metabólicas celulares,
generan los llamados radicales libres, en
especial los radicales libres de oxígeno (peróxido,
súper-óxido e hidroxilo). Estos radicales
libres se combinan a su vez con múltiples
reacciones celulares y su acumulación
produce alteraciones de la función celular
que causan su muerte. Para evitar estos
efectos, las células disponen de los
llamados sistemas aclaradores, sistemas
enzimáticos como la súper-óxido dismutasa o
la catalasa.
Todos los seres vivos envejecen, todos
siguen un proceso por el que se nace, se
crece, se madura, se envejece y se muere. En
este sentido, el universo es igualitario,
pero no equitativo. En la naturaleza
encontramos unas vidas que no alcanzan las
24 horas, en el caso de algunos protozoos
unicelulares, y otras que llegan a los 129
años, por ejemplo la tortuga de Carolina.
Sabemos que existen olivos que estuvieron
presentes durante los días de Cristo.
El ser humano se halla entre los más
longevos de los mamíferos. Su máximo de vida
de especie, marcado genéticamente, está
situado alrededor de los 120 años. Pocos han
sido los que han llegado a estas edades,
pero los que lo han logrado han vivido en
buenas condiciones casi hasta los últimos
días.
Se habla de diferentes tipos de edades:
La edad cronológica: es la edad que se
determina por la fecha de nacimiento.
La edad biológica: es la edad en relación
con el grado de envejecimiento. No existe en
la actualidad ninguna prueba capaz de
determinar la edad biológica de una persona.
Pero es evidente que unas personas envejecen
con más rapidez que otras. Esta edad es
quizás la que más se acerca a la verdadera
edad de la persona.
La edad psicológica: es la determinada por
los rasgos psicológicos de cada grupo de
edad. Sin duda alguna, este concepto de edad
es uno de los más importantes, puesto que
una persona es mayor si se siente mayor.
Cada edad tiene su rasgo psicológico
determinado, por lo que sería un grave error
pretender que una persona de 80 años pensara
como uno de 40 ó uno de 20. Lo que sí
resultaría acertado y posible sería la
eliminación de los rasgos psicológicos
negativos que no deben de asociarse a la
edad.
La edad social: es la edad marcada por
circunstancias económicas, laborales y
familiares. De este modo, la jubilación
marca una edad social por pertenencia a un
grupo social con importantes cambios en
diferentes aspectos (laboral, económico y de
recursos).
La existencia de una correlación entre estas
cuatro edades es lo habitual. ¿Cuál de ellas
es la más importante? Las personas mayores,
cuando se les pregunta por ellas y por su
relevancia, sitúan a la edad cronológica
como la menos importante. Lo fundamental no
es tener 85 años, sino sentirse de acuerdo
con su edad, con su salud, con su rol
social. Al conjunto de las edades biológica,
psicológica y social se le conoce con el
nombre de edad funcional, es decir, edades
en que la persona es capaz de realizar una
vida autónoma (mantiene su capacidad de
decisión) e independiente (no necesita de
una persona para realizar las actividades
básicas, de relación y sociales de la vida
diaria). En el momento actual cabe la opción
de influir de forma positiva o negativa en
esta suma de edades. La excepción se
encuentra en la edad cronológica, la única
que no podemos modificar.
En la demografía del envejecimiento es
necesario conocer los siguientes conceptos:
Como en el país en que vivimos no existen
las estadísticas, adaptaré algunas que
colegas españoles de Valencia me ofrecieran.
Las cito libremente y con atribución.
“Envejecimiento de la población: es el
aumento de la proporción de personas de edad
avanzada sobre el total de esa población.
Este término hace referencia a todas
aquellas personas con una edad igual o
superior a los 65 años, límite que se
utiliza para separar la población activa y
la jubilada.
“Según datos del Instituto Nacional de
Estadística (INE), el índice de
envejecimiento en España representa el 17%
de sus 43 millones de habitantes. Un
indicador que, junto al número de mayores,
adquiere especial relevancia es el
denominado envejecimiento del envejecimiento.
La línea divisoria que separaría a la
persona mayor de la persona muy mayor se
sitúa por encima de los 80 años.
“Los octogenarios han registrado en las
últimas décadas un incremento del 1300%, con
lo que su número ronda el millón y medio de
personas. Este envejecimiento poblacional
tiene un reparto territorial desigual en
España. El mayor número de personas de edad
se localiza en las provincias más pobladas;
las provincias de Madrid y Barcelona
contabilizan tantos mayores como la suma de
Castilla y León, Castilla-La Mancha, Aragón,
Asturias, Cantabria y la Rioja (figura 1).
Las personas de edad son ante todo "urbanas",
es decir, residen en municipios de más de
10.000 habitantes, más de 4,2 millones de
personas mayores de 65 años.
“Esperanza de vida: utilizado como sinónimo
de expectativa de vida, señala el promedio
de años que puede vivir un individuo de una
población nacida en la misma fecha, bien
desde su nacimiento, bien a partir de una
edad determinada. La esperanza de vida al
nacer, o vida media, ha crecido de manera
significativa durante el siglo XX. De los
33,9 y 35,7 años en 1900 para hombres y
mujeres se ha pasado a los 74,4 y 81,5 en
1995. En otras palabras, un niño nacido a
finales del siglo XX tenía una expectativa
de vida 40 años mayor que si hubiera nacido
a principios del mismo siglo. La esperanza
de vida al nacer se sitúa en nuestro país en
más de 82 años para la mujer y en 75 para
los hombres. Conforme avancemos en el siglo
XXI, es muy probable que pueda situarse
cerca de los 90-100 años. Estos cambios han
repercutido también en la esperanza de vida
de las personas que cumplen los 65 años. En
los estados miembros de la Unión Europea la
expectativa de vida a partir de esa edad
oscila entre los 21 años que pueden esperar
vivir todavía las mujeres francesas y los 13
que pueden esperar, por término medio, los
hombres Irlandeses. En España, la esperanza
de vida media a los 65 años es de 16 años
para los varones y de casi 20 para las
mujeres.
“Esperanza de vida libre de incapacidad: es
la expectativa de vida activa o esperanza de
vida en salud y con ella se marca el
promedio de años que una persona puede vivir
libre de incapacidad a partir de una edad
establecida. Este indicador es sin duda uno
de los más relevantes. La Organización
Mundial de la Salud (OMS) utiliza este
elemento estadístico para medir el nivel de
éxito de su objetivo de "Salud para todos".
La utilización de este sistema de medición
no deja muy bien parada a España. Así, si
bien España es uno de los estados con una
mayor esperanza de vida a nivel mundial,
sólo superado por Japón, cuando se trata de
esperanza de vida en salud, la situación
empeora y ofrece perspectivas menos
halagüeñas que las de algunos de nuestros
vecinos europeos, como Francia o Suecia
(figura 3). En nuestro país, según los
últimos datos disponibles, las mujeres
pueden esperar vivir algo menos de 76 años
antes de caer en una situación de
discapacidad, mala salud, y reducción de la
calidad de vida, y los hombres no alcanzan
una expectativa libre de incapacidad
superior a los 70 años.
“Es necesario y urgente modificar estas
cifras. De hecho, se pueden cambiar, aunque
todo depende de la persona que envejece”.
Los científicos Rowe y Kahn, en un artículo
publicado en 1987, establecían una
distinción entre la vejez usual o normal (usual
aging) y la vejez exitosa o saludable (successful
aging). Con ello pretendían contrarrestar la
tendencia creciente en gerontología de
marcar una distinción entre lo patológico y
lo no patológico, es decir, entre la
población anciana con enfermedades o algún
tipo de invalidez y la que no padece ninguna
de ellas.
El concepto de vejez saludable incluye tres
componentes principales: baja probabilidad
de padecer enfermedades o invalidez, elevada
capacidad funcional física y cognitiva y
mantenimiento de una vida activa en la
sociedad, tanto intelectual como emocional.
La baja probabilidad de enfermar se refiere
a la ausencia o bajo nivel de gravedad de
los factores de riesgo de padecer una
enfermedad. Respecto al elevado nivel
funcional, éste incluye los dos componentes,
físico y cognitivo, éste último vinculado al
aprendizaje y a la memoria de corto plazo.
Ambos elementos confieren el potencial
necesario para una vida activa en la
sociedad. Estos dos puntos resultan, por
tanto, básicos, ya que las alteraciones
físicas o cognitivas son las responsables de
la dependencia y la pérdida de autonomía.
La actividad física y cognitiva nos dice lo
que la persona puede hacer, pero no lo que
realmente hace. La vejez exitosa va más allá
de este potencial e incluye la vida activa
efectiva, no la posible. Aunque la
implicación activa en la vida diaria toma
varias formas, las dos más importantes son,
sin duda, las relaciones interpersonales y
la actividad productiva. Las relaciones
interpersonales engloban los contactos con
otras personas, es decir, intercambio de
información, soporte emocional y asistencia
directa. Sobre la actividad productiva, su
característica definitoria es la creación de
valor social, tanto si es remunerada como si
no. Por ejemplo, una persona mayor que cuida
a un miembro discapacitado de su familia o
trabaja como voluntario en una iglesia u
hospital está siendo productiva, aunque no
sea pagada por su trabajo.
Por ello es fundamental que a cualquier edad
(jóvenes, adolescentes, personas
mayores, muy mayores) se tenga en cuenta que
la dependencia se puede prevenir, que se
puede lograr un envejecimiento o, mejor
dicho, una forma de envejecer saludable. Es
necesario empezar desde la infancia con esta
prevención, que no es otra cosa que hábitos
de vida saludable útiles para todas las
edades.
Mis pacientes son expertos en esta maniobra
de adoptar hábitos saludables de por vida.
La preocupación más importante de todas las
personas y, de forma especial, de las
personas mayores tiene que ver con los
problemas de salud y sus consecuencias,
fundamentalmente la dependencia.
El compromiso de un envejecimiento saludable
es un compromiso con la buena salud y
consiste en:
- Adquirir una serie de hábitos de vida
saludables (nutrición, ejercicio físico,
mental y afectivo, abandono del consumo del
azúcar, de las grasas, del alcohol, de las
drogas y del tabaco).
- Seguir los controles médicos de salud
recomendados.
A continuación se intenta responder a las
preguntas básicas para poder desarrollar un
envejecimiento saludable y se exponen las
recomendaciones principales que han
demostrado su utilidad para prevenir la
enfermedad y con ello la dependencia.
¿Qué son los controles de salud?
Son visitas programadas al médico y/o la
enfermera de su centro de salud que tienen
por objeto prevenir que aparezca la
enfermedad o mitigar sus efectos si ésta ya
se ha desarrollado. Se ha comprobado que
diversos servicios preventivos son muy
eficaces en las personas mayores. Estas
acciones se muestran en la siguiente lista,
expuesta en la tabla 1, a modo de chequeo
útil para comprobar su cumplimiento.
Hipertensión: si usted no es
hipertenso, es necesario que su médico o
enfermera le tome la tensión arterial al
menos una vez al año. Las cifras que debe
mantener son cifras menores de 135/85 mm/Hg
Si ya es hipertenso o padece alguna
enfermedad, debe de seguir los controles de
la tensión arterial que le marque su médico.
Dislipidemias: son las alteraciones de
los niveles de las grasas en sangre. Si
usted presenta factores de riesgo vascular
como hipertensión, diabetes, obesidad,
tabaquismo o enfermedades isquémicas de la
circulación arterial (infarto de miocardio,
angina de pecho, trombosis cerebral...), es
necesario realizar al menos una analítica
anual de los niveles en sangre del
LDL-colesterol, el llamado "colesterol
malo", (menor de 130 mg/dl) y de
triglicéridos (menor de 200 mg/dl). Si no
presenta dichos factores de riesgo no es
necesaria esta comprobación.
Diabetes: algunas asociaciones
científicas recomiendan la medición de
glucosa en sangre para las personas mayores
con los factores de riesgo descritos en el
apartado anterior.
Obesidad y desnutrición: al menos una vez al
año es necesario que le tallen y le pesen
para poder obtener el llamado Índice de Masa
Corporal (IMC) a través de la fórmula IMC=peso/talla
x talla --- el peso en kilogramos y la talla
en metros. Si el resultado se halla entre
18,5 y menos de 25, el peso es el correcto.
Por debajo de 18,5 significa desnutrición,
por encima de 25 sobrepeso y si es superior
a 30 se califica como obesidad.
Déficit de visión y de audición: al menos
una vez al año debe acudir al oftalmólogo
para someterse a un control que incluya un
examen de su agudeza visual y de la tensión
ocular. Con ello se detectan los errores en
la graduación de la vista, el glaucoma (tensión
en los ojos), las cataratas (opacidad del
cristalino) o la degeneración macular (alteración
del centro de la visión de la retina). Todas
estas alteraciones disponen de tratamiento
con el que se puede evitar la dependencia
que puede producir una mala visión. En
cuanto al oído, si usted detecta cualquier
pérdida de audición, visite al médico. Si
éste le prescribe un audífono, no dude en
ponérselo porque, aunque sea una persona
mayor, se puede adaptar a él perfectamente.
En la actualidad estos aparatos son pequeños
y discretos y apenas se notan.
Cáncer: la edad no es nunca una
contraindicación para tratar un cáncer. Sí
lo es su extensión, por lo que es muy
importante un diagnóstico precoz cuando
todavía no está extendido.
Cáncer de mama: se recomienda una
mamografía cada dos años hasta los 70 años.
Cáncer del cuello uterino: se recomienda una
citología anual hasta los 65 años. Si los
resultados han sido normales, no son
necesarios nuevos controles.
Cáncer de colon: se recomienda un análisis
anual de una muestra de sangre oculta en
heces.
No se recomiendan otras intervenciones
precoces para el resto de cánceres, excepto:
Cáncer de próstata: algunas
asociaciones científicas recomiendan para el
varón realizar una vez al año un tacto
rectal junto con un análisis de sangre del
antígeno específico de próstata entre las
edades de 50 a 69 años. Pasada esta edad no
se recomiendan dichas exploraciones.
Cáncer de piel: algunas asociaciones
científicas aconsejan la exploración anual
de la piel de las personas mayores.
Cualquier cambio que usted observe en su
piel relacionado con el aumento del tamaño o
del color de los lunares, ulceraciones o
tumoraciones debe acudir inmediatamente al
médico.
Depresión: la depresión necesita en el caso
de las personas mayores un diagnóstico y
tratamiento lo más temprano posible para
evitar sus consecuencias. Si presenta
antecedentes de depresiones, de pérdida
reciente de algún familiar querido o
trastornos importantes del sueño, tiene un
riesgo significativo de desarrollar una
depresión. Si usted responde "sí" a la
pregunta directa de "¿está usted deprimido/a?",
acuda a su médico.
Demencia: la edad avanzada no tiene
por qué estar vinculada a una pérdida de la
memoria y, lo que es más importante, no
tiene por qué acarrear una pérdida de
autonomía en actividades instrumentales de
la vida diaria como saber comprar, manejar
el teléfono, utilizar el dinero, manejar la
medicación o, sin ir más lejos, orientarse
en la calle o con el uso de los transportes
públicos. Si presenta algún tipo de
alteración de la memoria o algún tipo de
problema en relación con las actividades
descritas, acuda a su médico.
Pérdida funcional: cumplir años no es
sinónimo de que usted pierda la capacidad de
andar, tenga incontinencia de esfínteres, no
se pueda vestir, no se pueda asear o bien no
pueda realizar las actividades descritas en
el apartado anterior. Ante cualquier pérdida
funcional acuda a su médico y tenga presente
que si ésta se produce no es a causa de la
edad. Siempre existe una causa subyacente
que es necesario conocer cuanto antes porque
cuanto más tiempo pase incapacitado más
difícil será su recuperación.
Vacuna de la gripe: todas las
personas mayores de 65 años deben vacunarse
anualmente contra la gripe. La época del año
apropiada es de octubre a mediados de
noviembre.
Vacuna pneumocócica: todas las
personas mayores de 65 años deben vacunarse
al menos una vez en su vida de la vacuna
pneumocócica, que previene las infecciones
pulmonares del neumococo, es decir de la
neumonías. La vacuna se administra en
cualquier época del año por vía
intramuscular y, al igual que la vacuna de
la gripe, no produce apenas efectos
secundarios.
Vacuna antitetánica: es necesario que
todas las personas mayores de 65 años estén
correctamente vacunadas del tétanos. Si
usted ha seguido las vacunaciones periódicas
durante su vida, siga y vacúnese cada 10
años con la dosis de recuerdo. Si usted no
ha seguido esas vacunaciones, que es lo más
frecuente, debe acudir a su médico para que
le aplique la vacuna, cuyo efecto se
mantendrá con una dosis de recuerdo cada 10
años.
¿Cuáles son los hábitos de vida saludable?
Son hábitos, costumbres, formas y actitudes
de vida, comprobadas de forma científica,
para evitar que aparezcan las enfermedades y
la dependencia. Las personas mayores deben
interiorizarlas y comprometerse a llevarlas
a cabo. Es un compromiso con la vida. Son
las siguientes:
- Actividad física adecuada.
- Dieta bien equilibrada, rica en fibra,
vegetales y frutas, sin azúcar y baja en
grasas.
- Aporte adecuado de calcio.
- Prevención de lesiones (reducir el riesgo
de caídas, de accidentes de tráfico y de
quemaduras).
- Interrupción del tabaquismo y del consumo
de bebidas alcohólicas.
- Cuidado dental adecuado, con visitas
regulares al odontólogo para que le detecten
y traten eficazmente problemas bucales.
- Cuidado adecuado de los pies, con visitas
regulares al podólogo para que le traten
problemas frecuentes de los pies.
-Evitar la automedicación, tomando sólo lo
prescrito por el médico.
¿Qué es lo que no se debe hacer con los
controles de salud?
No es necesario realizar de forma rutinaria
un panel de bioquímica, hemograma,
electrocardiograma o radiografía de tórax.
Estas pruebas sólo son necesarias si se
padece alguna enfermedad concreta, en cuyo
caso el médico es quien debe marcar las
pruebas necesarias.
Tópicos poco saludables sobre los controles
médicos
- "Me sientan mal las vacunas, no me
protegen porque sigo cogiendo los mismos
catarros en el invierno, y además ya soy muy
mayor". Esta reflexión es tan común como
errónea. En muy pocos casos se producen
reacciones alérgicas. Sí pueden generar
ocasionalmente, pequeñas reacciones como
edema, enrojecimiento en la zona de la
punción, algunas décimas y malestar general.
Ninguna de estas situaciones justifica el
rechazo a las vacunas. Las vacunas protegen
de la gripe y del neumococo, que son los
gérmenes que más infecciones respiratorias
causan en las personas mayores, pero no
salvaguardan a la persona del resto de
gérmenes. Por último, la efectividad de
estos medicamentos es mayor cuanto mayor es
la edad de la persona, ya que la protegen de
complicaciones que pueden producir la muerte.
- "Si comienzo con médicos no voy a salir
sano". No son pocas las personas mayores, y
no tan mayores, que utilizan argumentos como
éste para eludir la visita al médico. Sin
embargo, nada más lejos de la realidad. De
hecho, si se siguen los controles periódicos
necesarios, se diagnosticarán antes las
enfermedades que puede padecer una persona,
vaya o no al médico. La detección precoz
facilita además su tratamiento y aumenta las
posibilidades de paliar sus graves efectos (trombosis,
infarto al corazón, cáncer, ceguera,
demencia...).
- "No ver ni oír bien, sufrir caídas,
incontinencia, estar triste, perder memoria,
no realizar ya determinadas actividades, etc.,
es cosa normal con la edad". De nuevo los
tópicos como éste ocultan una verdad
indiscutible, que afirma que la edad no debe
de asociarse a ninguna de estas alteraciones.
Problemas como éstos se pueden evitar con
los controles periódicos de salud y una
consulta rápida al médico cuando se detecte
su aparición para ver así la causa y poner
el remedio adecuado, entre ellos la visita a
otros médicos especialistas como el
geriatra, y comenzar cuanto antes su
rehabilitación.
- "Voy al médico porque estoy aburrido y así
paso la tarde". De pecar por defecto se
puede pasar a pecar por exceso y ninguno de
los extremos es aconsejable. Es necesario
ser responsables con la salud y con los
servicios sanitarios. Su gratuidad obliga a
realizar un correcto uso de los mismos. El
desarrollo personal afectivo y social con la
familia y los amigos es también un
compromiso con la salud y la visita al
médico no debe de suplantar dicho compromiso.
Recordemos que:
Cumplir años no es sinónimo de dependencia y
de mala salud.
La prevención de la dependencia no se compra
con dinero, la tiene que realizar uno mismo.
Nadie la va a realizar por usted.
De usted depende. No olvide que es sencillo
y está a su alcance. Sus seres queridos se
lo agradecerán y usted mismo notará la
diferencia en algo en lo que usted es el
principal responsable y el mayor
beneficiario.
Si de veras quiere vivir y envejecer feliz,
está en sus manos y en su boca.
Bibliografía
Suministrada por solicitud.
Dr. Félix E. F. Larocca
f.larocca@codetel.net.do
Un
Agradecimiento muy especial al Dr. Félix
E. F. Larocca por su colaboración con este portal y sobretodo
por el contenido tan bien realizado
esperamos sea de gran ayuda a la
juventud de Hispanoamerica .
Descarga toda la monografia |
Monografias |