Introducción
La obesidad puede definirse como el triunfo
de un instinto sobre el poder de la razón.
Esta admisión trágica nos traslada al motivo
que inspirara el epígrafe de esta ponencia,
dedicada a un tema tan descuidado como
importante: la pandemia de la obesidad en el
siglo XXI.
Pero, ¿quién es este Hobson a quien en el
título nos referimos? De acuerdo con la
leyenda, la llamada Opción de Hobson tuvo su
origen en la celebridad de un tal Thomas
Hobson (hacia el 1544-1631), en Cambridge,
Inglaterra, que mantuvo una cuadra de
caballos muy gestionada y quien requirió a
cada cliente tomar el animal más cercano a
la puerta del establo o ninguno. Así lo
hacía para que ambos, el animal y el jinete,
tuvieran que aceptar los caprichos del azar.
En otras palabras, era una opción sin
alternativas --- una opción sin opciones ---
la cosa ofrecida o nada. Esta fue la misma
famosa disyuntiva que ofreciera Henry Ford
cuando proporcionaba su modelo T con la
posibilidad de elegir “cualquier color”,
mientras que éste fuera negro.
Para los gordos, tampoco hay opciones.
En el entendimiento y en el tratamiento de
la corpulencia hay tantos factores en
connivencia que obligan a sus víctimas
desventuradas a aceptar como solución lo que
los “expertos” les brindan, que, a menudo,
es cero --- en eso consiste, para quienes
ansían ser esbeltos, la opción de Hobson o
una opción sin opciones.
Análisis del problema
Nuestro propósito, al escribir este artículo,
es conducir una exégesis breve de esta
condición y proponer recomendaciones hacia
su tratamiento, usando un modelo científico,
sensible, humanista y honesto --- algo que,
pocos ofrecen.
Comenzaremos formulando la pregunta más
obvia: ¿Por qué es la gordura un tema de
importancia tan vital para nosotros? Veamos:
• Las estadísticas son deprimentes. En los
Estados Unidos 1,100 millones de adultos son
gordos y cada día se añaden más a sus
números. Simultáneamente, la cantidad de
niños obesos, antes una rareza, sigue
aumentando en proporciones alarmantes. Pero,
no es solo en Norteamérica, en otros países
la situación es idéntica y el problema sigue
avanzando inexorablemente.
• Como entidad diagnóstica, la gordura se
perpetúa como la más incomprendida y la más
explotada de todas las dolencias humanas.
Solamente los americanos gastaron, en vano,
33 mil millones de dólares en el año 2004
para combatirla. La lucha para erradicarla
está siendo perdida. En ese y, ahora, en
este país, muchos, en desesperación,
arriesgan la vida en el quirófano para
intentar su remedio, mientras que la gente,
a veces, sigue engordando después de la
cirugía. Es una situación tan aciaga como
deprimente, ya que a nadie le conviene ser
gordo, porque la gordura, en su esencia, y
para nuestra especie, es condición innatural.
• La gordura está creciendo en su posición
como problema único de salud mundial. El
cigarrillo todavía se considera la causa
principal de muerte entre los americanos, la
segunda siendo la obesidad --- esta última
se espera que supere al tabaquismo a finales
de esta década.
Como problema su importancia está bien
establecida, y como tal su solución
permanece elusiva, ya que resta en manos de
programas universalmente promovidos por
personas que desconocen las complejidades de
su entendimiento o el camino hacia su cura.
Porque es un axioma que nadie posee la
solución mágica (o bala de plata) para
eliminar o contener esta pandemia.
Unamos la indiferencia calculada de los
gobiernos de casi todas las naciones hacia
este conflicto, al hecho de que aún sus
portavoces más ilustres en el campo de la
ciencia no ofrecen soluciones para
combatirla, para comprender por qué la
situación sigue alcanzando proporciones
funestas.
No estamos hablando de que la gordura afecta
a muy pocos --- porque ha cesado de ser
considerada gravamen exclusivo del pobre e
ineducado, para convertirse en el infierno
que hoy todos compartimos.
Psicológicamente, el gordo sufre tanto como
el que más, aunque, a veces lo niegue. Sufre
más porque, como parte de su cura, los
métodos de que hoy disponemos lo condenan al
hambre, y el hambre, estudios escrupulosos
nos demuestran, es un déspota enormemente
cruel. Tan insufrible y penoso, que pocos
poseen los medios o la voluntad para
tolerarlo, aunque tolerarlo no cura.
El hambre por sí misma es inadaptable porque,
como especie, estamos programados para
evitarla en todas sus formas. Y todas las
curas que se proponen para los gordos, desde
las dietas hasta la cirugía, están basadas
en sufrirla.
Contrario a lo que algunos “expertos” nos
pretenden meter en la cabeza, el hambre no
es psicológica --- no lo es, aunque sus
efectos se reflejen en consecuencias tanto
físicas como mentales.
Muchos experimentos, por la gran mayoría de
los que tratan la gordura ignorados, nos
indican que todos los métodos de que hoy
disponemos son inefectivos para el
tratamiento de esta aflicción.
Pero, preguntémonos: ¿es la gordura una
enfermedad? Si, por enfermedad se entiende
una condición con causas reconocibles
establecidas, con un curso clínico definido
y con pruebas de laboratorio que confirmen
su existencia --- entonces, la gordura no es
una enfermedad en el sentido estricto de la
palabra.
La gordura, preferimos definirla, como
siendo un conjunto de respuestas
psicosomáticas a la acumulación excesiva de
adiposidad en el cuerpo, resultado de
factores multifacéticos, que es refractaria
al tratamiento, que conduce a la cronicidad
y que causa muchas complicaciones asociadas,
que a veces ponen en peligro las vidas de
quienes la sufren.
La gordura no es simplemente el
desequilibrio entre la ingesta y el
ejercicio. No, la evidencia es clara que esa
explicación es una posición ajada por su
abuso y aceptación. La gordura es una
respuesta individual a muchos factores de
complejidad todavía nebulosa.
En una tesis minuciosa y en otras ponencias,
he descrito en detalle y he identificado las
muchas guisas con que se disfraza este
acertijo. Como muy pocos han hecho, he
estudiado la gordura abordándola en todos
sus aspectos: desde el punto de vista de la
adaptación de nuestra especie, hasta el
punto de vista teológico, ético, económico,
cultural, humanista, geopolítico y más. He
estudiado y analizado la gordura, avanzando
en publicaciones, de consumo público, y para
agentes de gobiernos, la importancia de
confrontar el avance insidioso de esta
dolencia --- Porque todos, en mi experiencia,
están conscientes de que el problema existe,
más pocos desean intentar resolverlo.
En tiempos recientes, el ex-presidente
norteamericano Bill Clinton, en gesto
publicitario de simpatía hacia los niños del
mundo, propuso dedicar parte de su vida a la
prevención de esta aflicción en la población
infantil. Esfuerzos que consumirán tiempo,
dinero y que resultarán en promesas
incumplidas, porque lo que él propone es un
programa que repite los fallos de los que
antes otros formularan --- muy poco, muy
tarde.
La gordura permanece, sin embargo, como una
opción entre la vida y la muerte. En ese
sentido es, para la mayoría, lo que Hobson
propusiera.
¿Qué hacer?
Una propedéutica para el tratamiento de
la gordura para quienes desean erradicarla:
Para tratar la gordura hay que aceptar que
el gimnasio y las dietas no son alternativas
ni válidas ni eficaces. Hay que admitir que
nadie ha comprobado el régimen que la
remedia --- aunque algunos se beneficien
enormemente de sus patrañas. Atkins, por
ejemplo, está protegido por leyes de
bancarrota en este mismo instante, y los
demás regimenes que gozan de popularidad,
además de estar dirigidos por aficionados
sin credenciales, son tan ineficaces como
los que están dirigidos por profesionales
genuinos --- pero carentes de bases para
tratarla.
La gordura es refractaria al tratamiento
porque, no pudiendo ocultarse, ya que es
defecto ostensible, todos procuran un método
cosmético, mágico y veloz que la elimine.
Este método veloz que, paradójicamente, la
afianza indeleblemente en el cuerpo de sus
víctimas, es la dieta restrictiva --- lo que
todos los expertos recomiendan.
Lo ético es que el tratamiento de esta
condición se conduzca de modo individual,
haciendo un análisis personal de la persona
afectada y desarrollando un programa hecho a
su medida, para proceder con parsimonia a su
resolución final.
Pero, como sucede con la psicoterapia, los
mega-dólares no se captan con procesos
individuales ni con atención especial
dirigida al individuo. Por eso seguimos
estancados, buscando una solución ilusoria,
que nunca llegará.
Además, nos preguntamos, ¿quién está
capacitado para tratarla?
Solamente está capacitado, quien la haya
estudiado exhaustivamente por muchos años
desde todo punto de vista y quien la haya
tratado individualmente, como lo que es: una
aflicción psicosomática, heredo-degenerativa
asociada con factores ambientales y del
medio donde el paciente se desenvuelve.
Ese alguien actualmente no abunda. Pero,
para los pocos, quienes ese conocimiento y
la experiencia, ellos constituyen para todos:
la opción de Hobson.
Referencias:
Larocca, F. E. F: El Sistema Fiduciario
Monografías.com 2006
Cassell, Dana K. y Félix E. F. Larocca The
Encyclopedia of Obesity and Eating Disorders.
Facts On File, 1994
Microsoft Encarta 2007 (CD/DVD) Lista de
Obras recomendadas
Dr. Félix E. F. Larocca
f.larocca@codetel.net.do
Un
Agradecimiento muy especial al Dr. Félix
E. F. Larocca por su colaboración con este portal y sobretodo
por el contenido tan bien realizado
esperamos sea de gran ayuda a la
juventud de Hispanoamerica .
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